Un número cada vez mayor de niñas con síndrome de Rett asisten a aulas ordinarias en escuelas de su propio vecindario, desde preescolar y jardín de infancia hasta culminar la enseñanza secundaria. Gracias a una colaboración satisfactoria entre padres y profesores y el apoyo de un buen equipo escolar, se ha revelado como una tendencia muy positiva.
Se ha comprobado que el contacto con el material escolar adecuado a su edad es estimulante y sugestivo, con grandes recompensas para la autoconciencia y autoestima de la alumna con SR. En este proceso de integración se fomentan las amistades y las relaciones, que, sin duda, multiplican su presencia y su valor en la comunidad.
La integración significa que todos están invitados y todos están incluidos. Hay niñas con déficits muy graves que han sido integradas con éxito en programas ordinarios, ya que el relacionarse con otros compañeros aumenta su motivación e incluso son capaces de ampliar su intervalo de atención y desarrollar la capacidad de sentarse y concentrarse durante largos períodos de tiempo.
La verdadera integración implica un montón de compromisos, trabajo en equipo y cooperación. Una integración deficiente es peor que ninguna.
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